Actualidad para los profesionales de farmacia
05 ago 2014
¿Cómo se puede encontrar el sentido de la vida?
Se encuentra si uno busca momentos de silencio. Pero vamos por la vida como pollos sin cabeza. Y eso hace que muchas veces perdamos de vista lo que de verdad es importante. La vida te puede dar golpes durísimos. Y entonces te das cuenta de lo que vale la pena. Decía Tolstoi que «existen muchos tipos de conocimiento, pero hay uno que es mucho más importante que los demás: el conocimiento de cómo hay que vivir. Y ese conocimiento, muchas veces, se menosprecia». Mientras vivimos, lo más importante es aprender a darle sentido a la vida.
¿Cuál es su receta para que cada persona exprese su potencial al máximo?
No tengo recetas, ¡qué más quisiera! Pero después de leer a muchos expertos he sintetizado sus ideas en una: tenemos que hacer de nuestravida una obra de arte, eligiendo en cada instante la actitud más fantástica que podamos y con las circunstancias que nos tocan. Ello implica esforzarte para ser la mejor persona que puedas llegar a ser y ayudar a los demás. Pero no sólo económicamente, también con tiempo. Hay demasiadas personas que viven bajo el umbral de la pobreza en términos de cariño, afecto, amabilidad o respeto.
La vida no es fácil, pero es simple. Aunque nos encanta complicárnosla o que nos la compliquen. Y la felicidad está en ser, no en tener. Pero felicitamos a las personas por su coche, cuando, en realidad, deberíamos elogiar la amabilidad, la bondad, la alegría y otras virtudes.
En sus conferencias suele citar a grandes escritores. ¿Qué lecturas recomendaría para estos tiempos que corren y por qué?
Yo suelo recomendar autores espirituales porque es la dimensión humana que más necesitamos y a la que menos tiempo dedicamos. Últimamente estoy leyendo obras de la Madre Teresa de Calcuta, el Papa Francisco, Stephen Covey, Sor Lucía Caram, Tolstoi, Francesc Torralba, Jacques Philippe o Albert Camus.
¿Qué consejos daría a los responsables de una empresa como una oficina de farmacia para que la relación con sus empleados sea la mejor posible?
Que reflexionen sobre cuál es su principal función. Yo creo que el papel de un jefe no es explicar lo que hay que hacer y verificar que se haga en el tiempo y la forma adecuados. Eso es algo propio del ejército. Y, por desgracia, hay muchos jefes así. La función de un jefe es ayudar a los miembros de su equipo a ser mejores personas y mejores profesionales. Para ello hay que conocerlas, ayudarlas, motivarlas y exigirles con afecto.
Después, para que las relaciones funcionen, la clave está en la manera de ser y en virtudes como la amabilidad, el respeto, la tolerancia, la humildad, el sentido del humor, la justicia o la generosidad.
Imagine por un momento que usted es responsable de una oficina de farmacia. ¿Qué sería para usted tener éxito en su profesión?
Me cuesta imaginarlo… Paramí, el éxito como farmacéutico sería ayudar a otras personas a hacerles la vida más feliz. Ayudando a mis clientes, a mi equipo, a mis proveedores. Creo que muchas veces se limita la responsabilidad social a las recogidas de alimentos o las donaciones. Y me parece que la primera responsabilidad social es la de cuidar a las personas con las que trabajas diariamente.
¿Cómo valora la influencia de la actitud en el día a día del farmacéutico?
Creo que es la clave, pero lo es para el farmacéutico y para cualquier persona, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Porque también cuenta para ser padre, pareja o hijo. La actitud y la manera de ser es lo que diferencia a los grandes de los mediocres. Los conocimientos y la experiencia son muy importantes, pero la diferencia está en la actitud. El entorno farmacéutico actual es muy complicado y, sin duda, empuja al desánimo. El riesgo para el farmacéutico es el de perder su actitud. Somos humanos, permeables al entorno, y por eso muchas personas están desanimadas, desesperadas, desbordadas. Hay una depresión colectiva. Y, por supuesto, tenemos derecho a perder el ánimo, faltaría más. Pero tenemos que darnos cuenta de que si perdemos el ánimo lo hemos perdido todo: la ilusión, la pasión, la alegría, la proactividad y la energía para seguir adelante. Vivimos de nuestro estado de ánimo. Es nuestro motor. Y si lo perdemos, eso afecta al ámbito personal y al profesional.
Para el equipo farmacéutico es tan importante lo que comunica como el cómo lo comunica. ¿Qué piensa acerca de la relación paciente-farmacéutico?
La mayoría de los farmacéuticos que conozco son absolutamente espectaculares. Tienen una paciencia, una cordialidad y una profesionalidad fantásticas. Y no es fácil, porque los pacientes nos hemos vuelto más exigentes.
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