Consejos para una boca sana
03 jul 2014
Una sonrisa franca y abierta es una poderosa herramienta de comunicación. Transmite la sensación de sentirse bien con uno mismo, empatía, seguridad, alegría e interés en el prójimo.
La sonrisa nos permite seducir, convencer y contagiar un estado de ánimo positivo que constituye una invitación para la comunicación. Una sonrisa puede suavizar un rechazo, comunicar una actitud amigable y animar a los demás a que te devuelvan la sonrisa.
El simple hecho de sonreír, hace que el cerebro reconozca ese movimiento de los músculos de la cara y los asocie con emociones positivas. El lingüista Sebastià Serrano explica en su libro Los secretos de la felicidad que un niño ríe más de 300 veces al día y los adultos lo hacemos una media de entre cinco y diez. La risa y la sonrisa ponen el cuerpo a punto, ya que su estallido dispara la dopamina, la serotonina y algunas endorfinas que juntas nos abren el grifo del bienestar.
La imagen personal
Pero también es cierto que lo primero que ven las demás personas cuando hablamos o sonreímos son la boca y los dientes. Por ello, muchas personas con problemas bucales se sienten inseguras al sonreír.
Cuando la dentadura tiene alguna imperfección las personas tienen una sonrisa a medias o sencillamente no sonríen, y esa misma imperfección, en el caso de dientes no alineados, también contribuye a una baja autoestima.
Sin embargo, no es necesario esconderse, existen soluciones como la ortodoncia, los implantes dentales y una rutina de higiene bucal que nos ayudarán a restaurar nuestra salud y estética bucal, favoreciendo la autoestima y perdiendo el miedo a sonreír.
Ron Gutman, creador de la comunidad TED y autor del libro Sonrisa: El asombroso poder de una ley simple, revela algunos resultados sorprendentes. ¿Sabías que la sonrisa puede predecir la longevidad? ¿Y que una simple sonrisa tiene un efecto medible en el bienestar general? Investigadores de la Wayne State University examinaron en 2010 fichas con fotografías de jugadores de baloncesto que procedían de las mayores ligas estadounidenses previas a los años cincuenta. Aquellos jugadores que no sonreían en las fotos vivían una media de 72,9 años, mientras que los jugadores que mostraban amplias sonrisas en las fotografías vivían una media de 80 años.
Las técnicas 3D de ultrasonido también han demostrado que desde que somos fetos sonreímos en el vientre materno. Si nacemos sonriendo, lo que debemos hacer es no perder esta capacidad con los años, aunque sea recordándolo cada mañana y así contagiar a otros para desarrollarla.
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